Conectividad inteligente para ciudades más inteligentes

Hoy en día, en todo el mundo, las comunidades están desarrollando planes para optimizar los flujos de tráfico, construir sistemas de transporte multimodal y desarrollar sistemas interactivos con la infraestructura existente. Este tipo de mejoras a menudo se han relacionado con importantes ventajas: reducir las emisiones de vehículos y fábricas, reducir los costos municipales y mejorar la calidad de vida con mejores prestaciones de servicios, incluidas más opciones para los residentes, una mayor capacidad para interactuar con la infraestructura (informes de baches, grafiti, clima, accidentes). En teoría, todo esto suena muy bien. Pero cuando consideramos la implementación práctica, plantea preguntas críticas: ¿Cuál es el problema crucial a resolver? ¿Cómo afectarán las posibles soluciones a los factores sociales, económicos y ambientales? ¿Cómo pueden las ciudades maximizar el impacto de la implementación de sus estrategias?

Una ciudad de Estados Unidos ofrece un ejemplo. Anteriormente, la ciudad de Columbus, Ohio, experimentó un aumento en la tasa de mortalidad infantil a un ritmo. Después de que los funcionarios analizaron los datos, resultó que las madres embarazadas que usaban el transporte público estaban teniendo dificultades para llegar a las citas prenatales. Como resultado, muchas dejaron de ir al médico.

Después de identificar el problema, los funcionarios de la ciudad desarrollaron, como parte de la estrategia de ciudad inteligente, un sistema que permitió a las madres embarazadas usar el transporte público para llegar al médico. Después de implementar el sistema, los funcionarios notaron varias ventajas auxiliares: dio a más personas acceso a empleos y una mayor movilidad para los visitantes, incluidos los residentes adolescentes y ancianos.

Una estrategia de ciudad inteligente permite imaginar un futuro en el que los residentes de edad avanzada puedan programar un vehículo autónomo que los transporte a una cita médica. Tal servicio proporcionaría movilidad segura y personalizada para las personas que no pueden viajar en transporte público abarrotado o navegar por los desafíos de hacer el viaje por su cuenta.

El impacto es una mayor movilidad, con más opciones de tránsito rentable que también se pueden programar, a diferencia del transporte público, para otros recados, como pasar por la farmacia de camino a casa desde el consultorio del médico. Este tipo de comodidad es posible gracias a las estrategias multimodales que ofrecen la flexibilidad de la movilidad alternativa para cualquier situación.

Además de mejorar la calidad de vida de los residentes, las estrategias de ciudades inteligentes permiten a los municipios aprovechar los datos en tiempo real. Esto permite a múltiples departamentos municipales coordinar rápidamente actividades críticas, como ajustar y optimizar el flujo de tráfico durante grandes eventos, horas pico y condiciones climáticas extremas.

Para la ciudad, esta capacidad de recopilar y transmitir datos, energía y señales basadas en una estrategia definida de ciudad inteligente para operar sistemas centrales crea un valor crucial, así como ventajas residuales relacionados con una mejor gestión de los programas de mantenimiento y reparación de los sistemas de tránsito, servicios públicos y otros sistemas clave vitales para la seguridad pública.

Una estrategia de ciudad inteligente no significa que los proyectos municipales agotarán el presupuesto de la ciudad. En Columbus, los funcionarios se centraron en utilizar la infraestructura existente y recopilar más y mejores datos antes de invertir en nuevas construcciones. Así es como desarrollaron una nueva solución para la movilidad de los residentes.

Al implementar una estrategia de ciudad inteligente, los municipios aprenden rápidamente que optimizar el valor de los datos permite mejores soluciones, pero la implementación puede variar en complejidad y los resultados pueden verse afectados por el diseño de la ciudad.

A pesar de los desafíos, los resultados pueden ser transformadores: Mejores rutas de autobús, lo que permite a los residentes planificar fácilmente los viajes; y farolas de detección de movimiento, que utilizan menos energía al tiempo que aumentan la seguridad donde y cuando sea necesario. Esto también podría expandirse a los programas de bicicletas y vehículos compartidos, al ayudar a los residentes a identificar fácilmente cuándo y dónde están disponibles los vehículos para su uso.

Otro ejemplo es un sistema de corredores autónomos, donde los vehículos autónomos podrían fluir fácilmente, haciendo las carreteras más seguras, con menos tráfico para el tránsito de punto a punto. Estos corredores también podrían combinarse con carriles para bicicletas o caminos para peatones, mejorando aún más el flujo de tráfico y se gestionarían mediante semáforos inteligentes y estrategias de gestión de rutas. Además, esto podría expandirse para integrar un sistema ferroviario local o una red de metro.

El resultado es menos vehículos abarrotando las calles de la ciudad y oportunidades para recuperar rutas no utilizadas para otros usos, incluidos espacios verdes urbanos y centros de transporte. Los desafíos particulares que enfrenta cada ciudad dan lugar a oportunidades para crear soluciones únicas que mejoren el paisaje urbano.

Con una estrategia de ciudad inteligente de múltiples frentes, los funcionarios pueden identificar mejor las inversiones que, en última instancia, proporcionarán los sistemas más seguros, ecológicos y eficientes que sirvan a todos los residentes. En la ciudad inteligente, la movilidad de personas y bienes es el principal factor de éxito para el crecimiento y la sostenibilidad a largo plazo.